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Cal Ripken Jr. y Tony Gwynn ocuparon sus lugares en el santuario del béisbol el domingo, felicitados tanto por sus carreras dignas del Salón de la Fama como por su conducta fuera del campo de juego.
El comisionado Bud Selig y una multitud enorme vino a aplaudir a los homenajeados y a lo mejor del béisbol.
A un continente de distancia se desarrolló una escena distinta. Barry Bonds no pudo empatar el récord de cuadrangulares, un esfuerzo contaminado por su carácter brusco y una investigación por consumo de esteroides.
Ripken y Gwynn intuyeron ese contrapunto conmovedor el día de su ingreso.
"Este día no deberíamos hablar solamente sobre nosotros", dijo Ripken. "Deberíamos festejar todo lo mejor que ha sido el béisbol y todo lo mejor que puede ser. Es un símbolo vivo, popular".
"Les guste o no, como jugadores de las grandes ligas, somos modelos", dijo. "Se trata de saber si será positivo o negativo".
Gwynn expresó un sentimiento parecido.
"Creo que los aficionados se sentían cómodos con nosotros, podían confiar en nosotros y cómo jugábamos, sobre todo en esta era de negativismo", dijo. "Creo que eso está más allá de toda duda".
"Cuando firmas tu nombre en la línea punteada, eso es algo más que jugar al béisbol", añadió. "Tienes que ser responsable y tomar decisiones y mostrar a la gente cómo se deben hacer las cosas".
Unos 75.000 aficionados, muchos de los cuales llegaron en autobuses desde Maryland, atestaron el enorme campo frente al podio, transformándolo en un mar de negro, naranja y café. [Más]
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