viernes, 5 de octubre de 2007

Los dominicanos hacen un aporte innegable al béisbol


En ocasión del Mes de la Herencia Hispana, en LasMayores.com y MLB.com hemos presentado una serie de reportajes especiales sobre el béisbol dominicano realizados por nuestro amigo y compañero Jesse Sánchez, quien “la sacó por los mismos 400 pies” con sus crónicas desde la República Dominicana. Con los trabajos de Jesse, podemos ver el impacto del béisbol en la cultura quisqueyana, y también la influencia de la media isla en el mundo del deporte del bate y la bola.

A través de los años, se ha visto más y más los resultados en las Grandes Ligas de lo que tiene sus orígenes en la República Dominicana, es decir, el desarrollo del inmenso talento beisbolero de ese país caribeño. Todo fanático del béisbol sabe quién es Pedro Martínez, David Ortiz Arias, Sammy Sosa, Vladimir Guerrero y José Reyes, entre muchos otros estelares quisqueyanos. Pero hay mucho más en el rico historial de los dominicanos en la Gran Carpa, y vale la pena echarles un vistazo a los más grandes jugadores de la media isla, y algunos de sus mejores momentos en las Grandes Ligas.

En una época en que apenas comenzaban los proyectos de buscar talento en países latinoamericanos como República Dominicana, Panamá y Venezuela, además de Puerto Rico, subió sin mucha “bulla” con los Gigantes de Nueva York Osvaldo Virgil en 1956, el primer dominicano en las Grandes Ligas.

De hecho, los Gigantes, junto con los Piratas de Pittsburgh (todo el mundo recuerda al pionero boricua Roberto Clemente), estaban bien activos en la búsqueda de jugadores latinoamericanos. Los Gigantes, ya en San Francisco, contarían con la primera ola de quisqueyanos que harían un impacto en las mayores: Los hermanos Rojas Alou y el Salón de la Fama Juan Marichal.

El mayor de los Rojas Alou, Felipe, subiría con San Francisco en 1958, seguido en el equipo de los Gigantes por su hermano Mateo en 1960 y luego por Jesús en 1963.

Los hermanos Alou marcan un hito
Los tres Alou tendrían buenas carreras en Grandes Ligas, pero en 1963, ocurrió algo sin precedente: ocuparon las tres posiciones de los jardines de San Francisco al mismo tiempo, la primera vez en la historia de las mayores que tres hermanos formaban el outfield entero de un equipo.

Los Alou harían un buen aporte con los Gigantes y luego con otros conjuntos (incluyendo el título de bateo de Mateo en 1966 con los Piratas), pero la mega-estrella dominicana de San Francisco fue sin dudas el lanzador Juan Marichal. El nativo de Laguna Verde, Montecristi subió en 1960 y de inmediato fue una sensación del montículo. Con su forma particular de levantar el pie antes de tirar, el “Dominican Dandy” fue un terror para los bateadores de la Liga Nacional, ganando 20 juegos o más en seis ocasiones y terminando con 243 victorias (e increíblemente, 244 juegos completos, es decir, más que su total de triunfos) y efectividad de 2.89 en un carrera de 16 años.

El 15 de junio de 1963, le tiró un no-hitter a los Colt-45 de Houston, y el 2 de julio del mismo año, tuvo lo que es para muchos su mejor momento en Grandes Ligas: una blanqueada de 16 entradas, contra nada más y nada menos que la leyenda Warren Spahn de los Bravos de Milwaukee. Willie Mays terminó el partido con jonrón en la entrada 16 para darle el triunfo a Marichal y los Gigantes;¿se imaginan un juego completo de 16 innings de un lanzador hoy en día? Imposible. Es parte del gran legado de Marichal.

Juan Marichal fue exaltado al Salón de la Fama en 1983, siendo el primer dominicano en recibir ese magno reconocimiento del béisbol. Hasta ahora es el único quisqueyano en Cooperstown, pero faltan pocos años para que varios de sus compatriotas se unan a él como inmortales de la pelota.

Otros pioneros dominicanos de los años 60 fueron Julián Javier, segunda base destacado de los Cardenales; Manuel Jiménez, jardinero de los Atléticos, Piratas y Cachorros; y Rudy Hernández, quien lanzó poco tiempo con los Senadores de Washington.

Siguientes generacione
Después de terminada la época de Marichal y los hermanos Alou, empezó a llegar mucho más talento dominicano a las Grandes Ligas, pero a veces da la impresión de que esta generación de los años 70 y 80 no han recibido todo el reconocimiento debido. Tal vez sea porque no había ni TV por cable ni Internet en la mayoría de aquella época, o porque los jugadores de dicha era no tuvieran necesariamente carreras dignas del Salón de Fama. Claro, en Dominicana entre los más conocedores del béisbol, sí tienen su fama merecida, pero entre la nueva generación de fanáticos tanto dentro como fuera de la media isla, hay cierto desconocimiento. Por eso procede recordar a varios de ellos que hicieron un gran impacto en sus equipos y en las mayores en sentido general.

Ricardo Carty, uno de varios nativos de San Pedro de Macorís que han brillado en las mayores, fue una especia de “puente” entre la primera y la segunda generación de dominicanos en las mayores, subiendo a la Gran Carpa en 1963 con los Bravos. Un bateador brillante, Carty fue un pilar de la ofensiva de Milwaukee-Atlanta al final de los 60 y principio de los 70, siendo campeón de bateo de la Liga Nacional en 1970 con un robusto promedio de .366. Combinaba el promedio (.299 de por vida), el poder y una buena producción de carreras, terminando con 204 jonrones y 890 empujadas en una carrera de 15 años con varios conjuntos de Grandes Ligas.

Manuel Mota es otro que pertenece a ese grupo de dominicanos que se desarrollaron con los Gigantes al principio de los años 60, pero que tuvo una carrera bien larga en las mayores. En el caso de Mota, el nativo de Santo Domingo subió con San Francisco en 1962, pero luego de varias sólidas temporadas con los Piratas en la década de los 60, se haría un nombre en los 70 con los Dodgers en un rol específico: bateador emergente. Jugando mayormente como jardinero suplente con Los Angeles, Mota se convirtió en un especialista crucial para los exitosos Esquivadores como emergente, y se retiraría en 1982 con el récord de todos los tiempos en hits en ese papel con 150, aunque esa marca ha sido superada desde entonces.

César Cedeño fue toda una sensación del béisbol cuando llegó a los Astros de Houston en 1970 a los 19 años de edad. Prototipo del jugador de las “cinco herramientas”, el nativo de Santo Domingo lo hacía todo en Houston, con poder, velocidad, buen promedio, buen guante y excelente brazo. Del 70 hasta 1977, el “Super Baby” fue uno de los jugadores más emocionantes de ver en acción; de eso no cabe la menor duda. [Más...]


Jesse Sanchez / MLB.com

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